miércoles, 15 de abril de 2009

Mi nacimiento


SALMOS 51
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y limpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones.
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra tí, contra tí solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.

Recibí un mensaje al celular que me golpeó hasta el último rincón de mi alma, mi recién separada novia me pedía que no la llamara más pues estaba saliendo con alguien y le incomodaba mucho. Termine derrumbado en el piso llorando a mares, pues en mi cabeza aún pensaba regresar con ella con las clasicas promesas de cambiar por cambiar. No podía entender como una mujer que me había amado tanto podría hacerme tanto daño si sólo habian pasado pocas semanas de nuestra ultima pelea. Las respuestas llegaron con la calma y entendí que me amaba tanto que tenia que golpearme duro y que me estaba haciendo el mejor de los favores.

Decidí poner punto final al Arturo que siempre terminaba perdiéndolo todo por creer ser el centro del universo, el cínico que siempre manipulaba a los seres que más amaba, al egoísta que cada vez pensaba más en él y nada en quienes lo rodeaban, y demás múltiples personalidades estupidas que llevaba a cuestas.

Recordé que un amigo fotógrafo acudía puntualmente a una iglesia cristiana y había logrado un gran cambio en él. Ingresé con muchas ganas de asesinarme, crucificarme y suicidarme en un solo acto. El peso que llevaba en mi alma era como llevar a cuestas un centenar de edificios, de esos de bloques de concreto y tugurizado de gente de mal vivir. Me senté en el auditorio pues había llegado temprano para el acostumbrado culto de los sábados y me percaté que había un gringo con cara de pensador que estaba sentado solo en la tribuna. Me acerqué como presentándome a un cliente corporativo. Sonriendo y saludando con arrogancia y personalidad. En el segundo que le daba la mano y le preguntaba si el era un pastor, hubo el más grande derrumbe de edificaciones visto por el hombre dentro de mi, como 100 mil explosiones de esas tipicas demoliciones que vemos en la televisión. No podía ni siquiera explicarle el porqué quería entregar mi vida a Dios, simplemente no podía hablar. El me regaló una sonrisa de paz y me pidió calma. Le expliqué que mi vida no tenia sentido, que siempre terminaba perdiendo lo que más amaba y que ya no soportaba al que habitaba en mí.

Me sujetó las manos y oramos. Si hubiera un concurso de oraciones cortas, ésta se llevaba el premio a la más breve. Fue así de simple y concreta la misíva, pero sentí que todo lo que había hecho en mi vida en contra de las personas que habían tenido la mala experiencia de conocerme eran borrados, mismo formateo rápido de un diskette. Que linda paz sentía en mi corazón, esta lleno del Espiritu Santo, brotaban lagrimas pero de felicidad. Entendí el sacrificio de Cristo por este servidor a 2009 años de su muerte. El había pensado en mí y yo quedé lleno de su espíritu.

Robert, así se llama este mensajero de Dios, me explicó que mi transformación va más allá de una oración, me dijo que no iba hacer fácil, y me recomendó que leyera un Salmo de la Biblia que antecede esta historia de mi vida. Hay mucho que caminar entonces. Este es mi camino en la fe, como un recién nacido. Me acompañas?

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